16 ago 2006

estuve en el cielo


"Mi corazón, como un pájaro, revoloteaba feliz,
y volaba libremente alrededor de las cuerdas;
el navío corría bajo un cielo sin nubes,
como ángel embriagado de un sol radiante.
"
Baudelaire

Nunca pensé llegar al cielo, con tan deliciosos pecados y con esta cabeza tan febril me era imposible creer que alguna vez fuera a conocer el lugar reservado para puros y castos.

El templo del Cielo, lugar destinado por los emperadores de la dinastía Quin y Ming para elevar sus oraciones a los antepasados y a las deidades astrales. El más hermoso templo decorado de extensos jardines e infinitos bosques de ciprés y árboles pagoda.

Dentro de sus bosques descubrí ancianos creando armonias junto a las aves del lugar con sus intrigantes instrumentos: el Dongxiao, Yue-qin, Gao-hu y el maravilloso Er-hu (una especie de violín oriental de dos cuerdas). Como en una película manga, iba descubriendo entre los árboles pasajes maravillosos que me mostraban a seres fantásticos danzando con espadas, logrando complejos movimientos corporales o en estados de meditación supremamente profundos.

Al caer la tarde el imponente sol de oriente se escondía al final del bosque, donde nos esperaba la agitada china moderna. Se cerraba el templo y una vez más fuimos expulsados del cielo por querer probar lo prohíibido. La desnudez espiritual nos invadia, pero la fatiga nos recordaba que ya no estabamos en el cielo.

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